Los hechos prueban que numerosos abusos fueron cometidos siguiendo las órdenes de Stalín, en violación de las normas del partido y de la legalidad soviético. Stalin era un hombre muy desconfiado, de una suspicacia enfermiza. Este recelo enfermizo engendraba en él una desconfianza generalizada, incluso respecto a trabajadores eminentes del partido a los que conocía de muchos años.
. En todo lugar y en todo momento veía “enemigos”, gentes de doble faz,”espías.
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